Y llegó el día 23….

G.Gómez.

Y llegó el día 23, un día que como cauriense esperas con ilusión, pasión e incertidumbre pero que este año será muy diferente, quien lo diría….

Cada año por estos días el cuerpo está distinto, por las venas de un cauriense corre adrenalina, miedo, nerviosismo, pero lo curioso es que este año no  sea así. Tiene mucho que ver toda esta situación que estamos pasando, el miedo ante un bicho que no vemos que nos ha cambiado la vida y tiene mucho que ver pasear por nuestra Coria y no ver el vallado, la plaza de toros y ese olor a casa vieja y cerrada que se abre en la parte antigua para dar luz y ambiente a las peñas de San Juan.

Y llegó el día 23, esa excitación  que recorre la piel de los corianos, algunos ya en busca de los bueyes y otros esperando en el Cubo, la Catedral o la parada de taxis a estos personajes tan importantes de nuestras fiestas, quienes acompañarán a los toros en los tan deseados encierros de San Juan.

Para todo coriano es el día más esperado, es la primera vez, es el recuentro con nuestras fiestas y también con amigos y conocidos que van llegando desde otros puntos de España. Es un día mágico, un día largo que no notas el cansancio ni el sueño llega a nosotros, deseando que llegue la madrugada para disfrutar del primer toro de las fiestas.

La inauguración de las peñas, las cañas en el Rollo, la procesión, el Capazo, esa Rúa de Los Paños  algo que desde niños amamos .Cuando llega la noche, la tan esperada noche de San Juan,  y subes esa avenida  dirección al burbujas donde sabes que ya está embarcado el primer toro, hace que todo tu cuerpo se estremezca con miedo, incertidumbre pero también con ilusión.

Este año tenemos el corazón roto, como en muchos puntos de España nuestras fiestas se han suspendido debido a la pandemia del coronavirus. Ahora es más importante la salud, qué duda cabe, pero es inevitable sentirse triste. Nuestro cuerpo y mente lleva meses preparándose para todo lo que estamos viviendo, algo que no vemos llegar el final. Ser positivo es lo que nos queda porque la negatividad llega sin preguntar, una negatividad que se convierte en nostalgia y pena pero que abre las puertas a la buena energía para seguir con más fuerzas que nunca y disfrutar de los pequeños detalles de la vida.

Estoy segura que después de todo, seremos mejores personas, seremos mejores amigos y compañeros y seremos un mundo mejor. Disfrutaremos del día a día, de las pequeñas cosas, de los nuestros más que nunca y, sobre todo, sin mirar al pasado y mirando el presente con más fuerza todavía, el mañana Dios dirá…

Desde estas líneas espero y deseo que el año que viene podamos disfrutar de nuestras fiestas con salud, que las hagamos aún más especiales y disfrutemos de todo el ambiente que caracteriza a Coria durante esos días, su olor, su música, su gente, los toros en la calle, la charanga, los amigos, las peñas……